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¿Cómo se utilizan las NFT en la industria de la moda?

A esta industria se le han adjudicado últimamente muchas estrategias milagro para renovarla, y la última es la que reza NFT y moda, una conexión que, aunque no se perfila quizás tan trascendente como el upcycling o la apuesta por la sostenibilidad y la circularidad, resulta igualmente relevante para un sector que cada vez hace más honor al cliché de la vanguardia.

El arte y su comercialización serían otro ejemplo de activos que per se no tienen una equivalencia económica (y menos aún estable) hasta que alguien decide que sí tiene un valor que, habitualmente, se traduce en dinero. Y precisamente este tipo de bienes tienen una traducción en los NFT: hay NFTs que son obras de arte digitales, postales, mensajes (el CEO de Twitter, Jack Dorsey, vendió su primer tweet como un NFT por casi tres millones de dólares) y criptomonedas. 

Estas últimas no deberían perderse de vista, porque muchos de esos NFT se ajustan a los estándares de Ethereum y su blockchain, y aunque los precios se traduzcan a divisas más populares, siempre suele aparecer junto a ella este cambio.

La relación entre NFT y moda no ha hecho más que empezar: la modelo Kate Moss sacó a la venta tres vídeos que fungen como esto. Conduce con Kate, Camina con Kate y Duerme con Kate; tres vídeos que exploran “la idea de los momentos en el tiempo y su propiedad”. 

¿Qué son exactamente las NFT en la industria de la moda? 

Tres vídeos en alta definición junto a “autenticaciones de voz digital únicas” que se subastaron a más de cinco mil dólares y una parte de lo recaudado estaba destinado a la fundación Gurls Talk. En ellos, efectivamente, se ve a la modelo caminando, durmiendo y conduciendo, actos puramente cotidianos en planos cercanos sobre los que Kate Moss ha reflexionado.

Aunque fue una de las primeras aproximaciones de un personaje icónico en la industria a los NFT, no es la primera acción que se lleva a cabo: la empresa de moda digital The Fabricant. La pieza es un vestido largo y fluido superpuesto a unos pantalones, coloreado en un tono plateado iridiscente que va cambiando de tono según incide la luz creada. Y sí, también se mueve como si el viento flota alrededor de la prenda de manera suave y delicada.

La mención al uso de esta pieza puramente digital que no existe ni existirá en el mundo físico trae a la mente de manera inmediata todo el fenómeno Animal Crossing que ha estado sucediendo desde 2020: no es solo que el videojuego explotase, sino que numerosas firmas de moda se animaron a vender ropa digital para los avatares dentro del juego. Esta acción se enmarca en una trayectoria más amplia que une moda y videojuegos, pero, al mismo tiempo, supuso un hito que acercó las firmas de lujo a un público que o bien no las conocía, o bien no podía (y no puede) adquirirlas. Y ese es uno de los puntos más curiosos, y quizás controvertidos, de la cuestión que abre ahora mismo la moda digital.

Este salto no es fácil, pero es importante, especialmente para los actores que están escribiendo el panorama de los NFT ahora mismo, es resaltar que no son incompatibles, sino dos maneras distintas de acercarse al diseño y a la moda.

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