Según un análisis del Centro de Finanzas Alternativas de la Universidad de Cambridge (CCAF, por sus siglas en inglés), si el bitcoin fuera un país, consumiría más electricidad al año que Finlandia, Suiza o Argentina.
Eso ocurre porque el proceso de «minar» la criptomoneda (utilizando gigantescos ordenadores que no dejan de trabajar) consume mucha energía.
Las máquinas dedicadas a “minar” o extraer bitcoins, son ordenadores especializados que se conectan a la red de criptomonedas. Su trabajo es verificar las transacciones realizadas por las personas que envían o reciben una divisa, en un proceso que implica resolver muchos acertijos matemáticos.
Por lo general la recompensa de ese trabajo es baja y solo se obtienen pequeñas cantidades de dinero en comparación a todo lo que se gasta para poder obtenerlas. Es por eso que la única manera de que la minería sea un proceso rentable es hacerlo a gran escala, con un enorme consumo de energía y ordenadores trabajando las 24 horas todos los días.
Por eso, las granjas ilegales de criptomonedas se instalan en ciudades donde la energía eléctrica es barata. También se busca estar en ciudades con climas gélidos debido a que el calor que producen los ordenadores haría que el costo de un área climatizada sea muy caro, de esta manera se logra enfriar los equipos de forma rápida y más barata.
Se podría pensar que con los avances que se tienen en la actualidad con respecto a las energías renovables podría solucionar este problema, y aunque es una parte de la posible solución que se le puede dar, aún es mucha la energía que se produce a partir de combustibles fósiles como el gas, petróleo y carbón, que son altamente contaminantes y producen una huella de carbono muy grande.